Frente a la idea siniestra - de los actuales sujetos siniestros con poder - de que una educación para la excelencia no es otra que la que se orienta a fabricar seres humanos listos para su docilidad y obediencia o, en el mejor de los casos - si tienen suerte -, para su explotación, nosotros queremos pronunciarnos a favor de una formación que sea capaz de lograr seres libres, con criterio, con talento, con inteligencia crítica, proactivos, perseverantes, creativos e innovadores, con logros capaces de sacar lo mejor da cada situación y solidarios con los entornos más próximos y lejanos. Y sobre todo con capacidad para entender en qué consiste verdaderamente la felicidad psicológica. Aquella que nos permite comprender lo que nos pasa y ser sensibles a los sentimientos de los otros, aquella, que gracias a una formación adecuada, nos capacita para disfrutar de la verdad y de la belleza, para distinguir el bien del mal. El objetivo, claramente intencionado de los actuales poderes totalitarios que mal gobiernan y asfixian el mundo, es acabar con las humanidades por considerarlas poco prácticas (literatura, arte, historia o filosofía). Ese intento no conduce a otra cosa que a la desmovilización de la inteligencia crítica y creativa, que a la sumisión ciega. Pero que no nos confundan, para avanzar en la ciencia o en la tecnología - en la que de verdad nos interesa a nosotros no a ellos - porque va en ello nuestra vida y nuestra supervivencia individual y colectiva, exige también disponer de un espíritu imaginativo. Cuanto mayor es la formación humanista de un científico tanto mayor su capacidad para inventar y descubrir. La educación ahora necesita ser optimista, porque está en manos de las mejores personas, de las más sensibles, de las que saben que cualquier sacrificio es poco para conseguir un poco más de felicidad y bienestar para las personas (niños, adolescentes, jóvenes o adultos) a las que dedican su actividad cotidiana. El optimismo es una actitud psicológica que nos invita a plantearnos expectativas positivas, no puede haber educación si ésta no es optimista. Yo lo soy porque he visto a las personas que se dedican y quieren dedicarse a educar.
Tomás de Andres Tripero.
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